Referencia

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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Dijo EL FEDERAL

REVISTA “EL FEDERAL” – Septiembre 02, 2010


Por Brenda Salvá



ARTE POPULAR



TODO TRAPO ES BANDERA



Una lámpara, un sillón, un cuadro, un auto de colección… cualquier objeto desechado o en desuso se transforma en obra de arte en manos de tres creativos emprendedores especialitas en reciclado.

Santiago, Leonardo y Franco son tres porteños que no se conocen, pero unidos por una pasión muy particular. Son recolectores de basura-si se entiende por basura a todo aquello que se desecha y carece de uso y valor-, pero estos recolectores son distintos a lo que cualquiera se pueda imaginar. Ellos son artistas de la basura, personas que logran convertir ese desecho para muchos en una obra de arte. Destinan gran cantidad de su tiempo a revolver bolsas con basura de comercios, de los cuales ya son amigos de quienes atienden, se sientan con toda su concentración a tratar de encastrar estos objetos para ver “si sale algo” y ocupan su imaginación con nuevas obras, de las cuales sueñan con verlas colgadas en algún hogar.

Mientras sus sueños comienzan a escalar en el entramado de colores y texturas, estos muchachos, desde su lugar aportan un gran granito de arena al reciclado de objetos que parecen dejar de tener valor. Esta tendencia del reciclado creativo, paradójicamente, al crecer el nivel de contaminación en las últimas décadas en todo el mundo, han crecido las campañas que lo promocionan y el uso de energías renovables.

Será curioso, pero el arte nunca queda relegado de todas las tendencias mundiales como ser el arte de transformar un objeto en otro. Y así, continuar con el proceso de utilización sin caer en el descarte prematuro de cualquier material. Según afirman estos “cartoneros fashion”, la mejor manera de aportar al circuito del reciclado, es concientizarse sobre todos los usos que pueda tener el material, sea cual fuere. De esta forma, en las escuelas y hogares se desechará menor cantidad de basura y se aprovecharán mejor los recursos naturales.

LA VIDA EN COLORES. Franco Matesa atrae con una sola sonrisa, parece que al hablarle de su pasión se le despiertan todos los encantos. Es un muchacho treintañero, padre de familia y empleado de una conocida editorial del país. Cuenta entre expresiones de asombro, que descubrió su pasión dentro de su trabajo. Franco es además diseñador gráfico, y durante largas semanas, hace aproximadamente una década, estuvo observando atentamente y con un poco de angustia, cientos de láminas de colores a punto de ser descartadas. Uno de esos días, totalmente decidido, quiso hacerse cargo de toda esa cantidad de papel y en una caja se los llevó a su casa. Dice que se sentía mucho mejor al tener esas planchas en su casas y evitar que termines en la basura. Porque según él, había algo que lo cautivaba de tanto color y sabía en su interior que tendrían un destino mejor que el tacho. Y así fue, porque después de diez años de tantas tardes de mate y de recortar papelitos en su casa, después de una larga jornada laboral, Franco ya tiene una colección de cuadros de su autoría hechos completamente de papel cortado en cuadrados de 2x2cm.

La técnica de Matesa se basa en la reproducción de fotos en tamaño que triplican el original pero realizados con papelitos que simulan los pixeles de una imagen digital.

Entre sus obras predominan los cuadros que retratan a sus hijos y a su joven esposa. Muchas veces, musa del artista. Matesa confiesa que aún no ha retratado a su hijita, pero supone que ese será el regalo de sus dulces quince.

El artista dice que para él no hay mejor momento que llegar a su hogar y encontrarse con su mundo de papel y niños lanzándolos por toda la casa, esperando la hora de la cena. Y él esperando inspiración. Además de su hogar, ese lugar es su taller, donde se puede observar en su living una llamativa guarda blanca y negra que simula ser un tribal tatuado en el piso. Obra suya, como también lo son los cuadros de un acogedor sitio en el barrio porteño de Colegiales, en el que se muestran y venden al público sus producciones.

Ludivina es el local madre de Matesa, el mismo que un día lo hizo temblar cuando el teléfono sonó para informarle que uno de sus cuadros había sido vendido. Extrañamente la venta no se realizó, el artista cuenta con complicidad que él mismo se negó a esa venta por el gran valor sentimental que lo encontraba ligado con el cuadro que reflejaba una cálida sonrisa de su hijo. “Un artista se convierte en artista cuando logra emocionar al público, cuando logra crear emociones y desprender sentimientos de las personas. Pero también el artista es artista cuando logra vender su arte. Yo en ese momento no pude hacerlo por estar unido a mi obra”, afirma Matesa.

En cuanto a complejidad y el tiempo destinado a las obras, el artista puede llegar a estar hasta más de veinte días seguidos armando una pieza. Aunque dice que su primera obra la realizó en una semana. “Puedo estar metido en mi trabajo a las 3 AM tranquilo en casa, pegando papelitos. Puedo definirlo como una especie de hobby mágico, una especie de cable a tierra que me desprende de todo lo demás”…….

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenísmo Franco!!! Precioso trabajo...! Seguí así.


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